jueves, 2 de febrero de 2012

Monadología y metafísica de las estructuras


“La monada de la que hablamos aquí, no es otra cosa que una substancia simple, que forma parte de los compuestos; simple, es decir, sin partes.”[1]

En una manifestación metafísica de la existencia, la monadología es el concepto atribuido a la substancia prima, propia de la lógica científica contemporánea, donde es punto de origen y a la vez sustentadora de toda existencia. En este constructo llamado monadología, el objeto material como tal, no existe, es una consecuente dimensión de la forma.

1. La monada prima
Cuando abordamos los referentes de este principio, debemos remitirnos a la Grecia antigua; las escuelas filosóficas presocráticas debatieron el Arjé[2], que  es su principal preocupación, la fuente primaria de todo, el principio de las formas de existencia. De esta búsqueda resultaron varias ideas esenciales que se desencadenan de la concepción lógica del origen de la naturaleza, como el átomo y el apeirón[3], que de alguna forma tendrán correspondencia en el discurso de teóricos  que tenían alcance metafísico, como aquellos de la escuela eleática y la pitagórica, que serán fundamentales para la posterior formulación de la monadología, inclusive, conceptos de mayor trascendencia teológica como el NOUS[4]  “inteligencia organizadora” formulado por Anaxágoras como consecuencia de una disertación escolarizada en el atomismo, sobre los principios de la composición de lo existente, y su capacidad armónica; es decir, el orden.  Dos conceptos de importancia en este campo y formulados en Grecia son, el uno de Pitágoras, como principio y constitución del todo, y la metafísica como origen de la materia y por ende, del universo, consolidado por Zenón. En una síntesis pragmática, Leibniz involucra estas teorías en la monada utilizada por la filosofía primera, estableciendo la “unidad” como necesidad de ser, en coexistencia armónica con otros, e integrando un uno mayor; orden atribuido a un NOUS.

En principio, justificar esta teoría es un caso de aproximación a todo aquello que existe para nosotros, aun mas con las vanguardias tecnológicas que nos acercan cada vez más al macro y micro cosmos; sin embargo se mantiene en el campo de lo etéreo, dando así una respuesta al origen mismo, a la substancia primigenia  que desencadeno el universo cognoscible. 

 “Es necesario que hayan substancias simples, puesto que hay compuestas, porque lo compuesto no es otra cosa que un montón o aggregatum de simples.”
En este principio de acción de todo lo conocible, apelamos a la construcción conceptual de un equivalente espiritual,  si se quiere, para alcanzar ideas de cuantificación y cualificación de la fenomenología; libres de parámetros calificativos y descriptivos. Una de los principios de la monadología es la diversidad de las mimas, o en palabras del mismo Leibniz “Es necesario que cada una de las monadas sea diferente de toda otra.” Aseveraciones como esta se desprende de la teoría física de los fractales[5], es decir, en cuanto a fenómeno en la materia y su observación. En la naturaleza, no hay dos seres idénticos por completo, puesto que la cualidad particular representa la función del individuo en cuanto al sistema. Así mismo, cada monada esta adherida a cambios continuos, una  transformación activa que valora aun más la armonía existente entre todas las monadas, puesto que dicha concordia es también cambiante. Es aquí donde el concepto NOUS, inteligencia organizadora, fuerza pasiva que involucra la coherencia activa de las partes aun mas allá del orden pasivo, y que inmediatamente connota una comunicación o relación directa de los seres fenomenológicos con una matriz. Estas variaciones del monismo, articulan perfecto en la conservación de aquello que separa el individuo, de todos las demás.

En cuanto a la existencia de la monada, no se da de forma alguna a la asociada al tiempo horizontal; no puede crearse o destruirse en forma natural, ni tampoco ser transformada puesto que es substancia simple, su nacimiento es una fuerza de intención, no pueden comenzar más que por un acto creativo, ni terminar sino por medio de la aniquilación: todo evento de existencia implica energía en forma causal al no estar compuesta. La monada no es vulnerable a las experiencias externas, ni a otras monadas, juntas encuentran una nueva manifestación, pero al ser irreductibles y pertenecer a una naturaleza sin cualidades de extensión, son multiplicidad de la materia, tal y como lo propone el concepto cuántico de la física moderna.[6] Esta es la respuesta a la naturaleza de la existencia de Dios, donde sumado a lo dicho anteriormente al ser como monada, su calidad metafísica no permite que exista un pasado en el cual hubiese nacido, ni un futuro cuando morir. ¿Cuándo hablamos de monada, hablamos de alma? Si, en lo que la humanidad entiende como alma, el origen y núcleo del ser, etéreo y atemporal que sustenta la carne. En este punto, se solucionan las postulaciones de la “chispa de vida” en los planetas, las bestias y las plantas, como en todo aquello existente; y la muerte se vuelve un simple proceso del cambio de la materia, que corresponde a un cambio en la monada, siendo esta inmortal. La transformación física producto de la percepción humana, es altamente limitada, en lo que Leibniz llama “un problema de los cartesianos” al pasar por alto el hecho de que los umbrales perceptuales del ser humano están condicionados por los sentidos, e involucrar en sus formulaciones, únicamente aquello perceptible. Hablamos de Apetición   en cuanto al paso de una percepción a otra, donde nunca se llena la necesidad de percibir aquello que queremos percibir, y esto impulsa siempre a un conocimiento nuevo. La percepción para Leibniz es inexplicable, argumentado que si construyéramos una máquina capaz de percibir,  y nos adentráramos en ella, veríamos funcionamientos y no percepciones. Algo así como una computadora de hoy día, donde en su cuerpo físico interno no se vislumbra su contenido programático; y aun mejor, la percepción del ordenador moderno que obviamente no conoció este autor del S. XVIII, propone nuevas analogías desde las cuales abordar el monismo, y que discutiremos posteriormente.[7]  Desde este punto, la percepción es particular al vincular referentes únicos para cada ser, y en la substancia simple, se encuentra únicamente la variación de percepciones, que son cambios intrínsecos en la acción de esta substancia simple. Estos cambios de la monada, se deben a su “libertad” o independencia adheridas al halito de perfección adquirida en el momento de su creación o desprendimiento de la monada prima, que le otorga suficiencia y a su vez, capacidad de empalmar adecuadamente  con las otras monadas; siendo esta cualidad, el índice de su accionar autómata.
“llamamos alma solo a aquella monada que posee una percepción mas distinta  y acompañada de memoria” este acercamiento a el mundo de la trascendencia substancial humana y objetual, nos permite teorizar la existencia de Dios de acuerdo al concepto de omnipresencia.

3. Monadologías aplicativas
El particular interés alemán en la sociología en estos últimos años, ha iniciado una cátedra  aparentemente idealista, rescatando la utopía de principios del siglo XX que llego con nuevos planteamientos de la teoría de Leibniz sobre el ser. Maurizio Lazzarato, filosofo y sociólogo italiano; emplea una de estas nuevas visiones para emitir una idea que logre solucionar las problemáticas de las sociedades contemporáneas, basadas en la clasificación social y la diversidad. Esta utopía es la neo-monadología de Gabriel Tarde, que  expresa la aplicación de los principios organizacionales de la monadología primaria, en la vida urbana y globalizadora. La aplicación de las características de la monadología de Leibniz, son en Tarde las virtudes idóneas en la analogía del hombre, con respecto a otros, a una sociedad  erigida  en alteridad. Con una idea política muy Hegeliana, Lazzarato busca una salida urbanista, política y social, a la premisa “la burguesía se ha adueñado de la realidad”  siempre teniendo en cuenta una distancia con la dualidad capitalismo/comunismo, y llevando todo nivel de realidad, a la existencia subjetiva.

“En la neo-monadología de Tarde, las mónadas (el sujeto en el lenguaje de Leibniz) tienen dos características principales: permiten pensar la relación entre singularidad y multiplicidad, (como alternativa a la oposición entre individualismo y holismo) y permiten concebir la actividad ya no como un hacer, un producir, sino como efectuación de los mundos de acuerdo con las modalidades del acontecimiento. En efecto, la mónada es al mismo tiempo singularidad y multiplicidad. Es multiplicidad porque contiene todas las relaciones que constituyen el mundo donde está implicada. Es singularidad, porque sólo expresa claramente una parte de este conjunto de relaciones (el resto constituye el fondo sombrío, pero activo de su proceso de individuación). Para decirlo en un lenguaje sociológico, lo social está incluido, virtualmente, en el individuo, pero se expresa desde un punto de vista particular (singularidad). La mónada (la singularidad), por lo tanto, es para Tarde, una sociedad, un espacio público de ella sola.”[8]

En donde Lazzarato, teniendo en cuenta el mundo moderno multicultural, mantiene los principios de la monadología clásica donde cada monada es única, pero donde el principio de división que acaparara la visión de la política occidental, tiene su cambio en la aceptación misma de la existencia enemistada de otro ser, o grupo de seres. La plena conciencia del movimiento mismo de las conductas sociales, llevaría al ser humano a no establecer una realidad a partir del sujeto comunicacional como única[9] sino que, al contrario, permitiría varias realidades bajo el mismo contexto; los mundos se hacen entre las multiplicidades, todos al mismo tiempo. El ser es libre, pero esa libertad está contenida por un sistema que la condiciona.




[1]  Monadología, es un grupo de ensayos de Leibniz, no titulados, pero de gran impacto en sus obras:    Ensayo de Teodicea y tratado de metafísica. Leibniz, G. G. (1714). La Monadología. Hannover: Ed. de Gerhardt.
[2] Arjé: otro de los conceptos de la era cosmogónica de la filosofía griega, donde Tales de Mileto expone la idea de un elemento primario, un elemento principio de todo lo existente. Este concepto se desarrolla simultáneamente a la idea del átomo, en la búsqueda de los pensadores clásicos por responder a las preguntas del origen cósmico que da lugar en un mismo punto.  
[3] Apeirón: término utilizado en la Grecia filosófica antigua, por Anaximandro para definir el objeto individual y total, que resulta de la suma de todo lo existente en el cosmos.
[4] Nous: concepto de la filosofía presocrática, del cual se vale Anaxágoras para explicar la armonía inminente y continua que reina la naturaleza fragmentada. Inteligencia organizadora, perfecta causalidad. De alguna forma muestra como en la época buscan expresar la existencia de Dios.

[5] De las observaciones modulares aceptadas por la comunidad científica, Leibniz las lleva al campo de la metafísica, donde tiene un  apoyo adicional para las especulaciones de la monadología. Ibídem. Pág. 17.
[6] En donde el átomo es intangible, y por principio, todo lo que está compuesto de átomos posee la misma virtud de lo que llamamos metafísica. Expuesto en la película de física cuántica “¿¡y tú que sabes!?” Arntz, W. (Dirección). (2004). ¿¡Y tú qué sabes!? [Película].
[7] La nanotecnología, que consta de millones de micro piezas que conforman un aparato polimórfico.
[8] Lazzarato, M. (2008). Revista observaciones filosóficas. Recuperado el 18 de mayo de 2011, de http://www.observacionesfilosoficas.net/laneomonado.html
[9] Refiriéndose Lazzarato a la democracia griega establecida.


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